La inclusión de Israel en la Franja de Gaza ha dejado más de 50.000 muertos. Las fuerzas invasoras no han permitido el acceso de ayuda humanitaria hasta ahora, mientras que el primer ministro Benjamin Netanyahu afirma que quiere aprovechar este momento para tomar el control de todo el territorio.
A pesar de que la incursión de Israel en Gaza viola las reglas más básicas del derecho internacional, como el respeto a la soberanía territorial, parece no haber supuesto consecuencias reales para el país hebreo. A diferencia de Rusia, que ha quedado excluida del sistema bancario internacional, con sanciones, sin presencia de empresas internacionales y excluida de todos los foros internacionales por Ucrania; Israel por el contrario no se enfrenta a un escenario de estas características.
Así queda patente con la última participación de Israel en Eurovisión 2025. España precisamente ha sido noticia por recibir una amenaza de los convocantes porque los locutores recordaron, antes de la interpretación de su representante Yuval Raphael, las consecuencias fatales de esta incursión militar.
"Hamás financió la creación de Israel"
A diferencia del aparente consenso que levanta la invasión de Ucrania por parte de Rusia, aparentemente la situación de Gaza levanta ampollas y sí polariza. Así se ha podido comprobar en el programa 'Malas Lenguas' de La 2, cuando han tratado este asunto, entre José Miguel Villaroya y la periodista de El Debate, Ana Martín.
"Hamás es un grupo terrorista", le ha espetado Martín, igualando y equiparando la situación entre ambos bandos. "No, en realidad es un grupo creado y financiado por el Estado de Israel a través de Catar", le ha recordado Villarroya, que alude a una realidad que ha reconocido incluso el propio Gobierno de Israel.
"El objetivo es expulsar a toda la población de Gaza y crear el Gran Israel", mantiene Villarroya. Efectivamente es un mantra de la extrema derecha israelí que se opone a otras planteadas desde sectores más moderados, como los dos estados o, incluso, un estado unitario para ambos sectores.
Madre mía, José Miguel Villarroya la ha aplastado. Vaya cara se le ha quedado. pic.twitter.com/GTUXwPosWb
— Noa Gresiva (@NoaGresiva) May 20, 2025
Durante los últimos cuarenta años, incluyendo antes de hacer pública la carta fundacional del país en agosto de 1988, el Ejecutivo ha reconocido en varias ocasiones que participaron activamente en la creación de Hamás. Un grupo que finalmente se terminó volviendo en contra.
El primer testimonio sobre la colaboración se produjo en marzo de 1981, cuando el general israelí Yitzhak Segev, gobernador entonces de Gaza, reconoció en The New York Times que Israel apoyó y financió el movimiento, especialmente con fondos en mezquitas adroctinadoras, como un muro de contención del que era su principal enemigo, la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) de Yasir Arafat.
Segev reconocía entonces las diferencias entre grupos de población y las dificultades para alcanzar un contexto de consenso entre todos los habitantes. En ese momento, el estado judío financió a la facción extremista de los Hermanos Musulmanes de la que nació Hamás: "El Gobierno israelí me dio un presupuesto que el Ejército entregar a las mezquitas".
Los fondos estaban destinados a financiar escuelas religiosas extremistas para impulsar una nueva generación de ciudadanos palestinos contrarios a los grupos de izquierda de la OLP de Arafat, al que prácticamente consideraban un líder y que finalmente se erigió en 1994 como el primer presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP).
Arafat había reclamado en todo momento grandes concesiones. Entre ellas, que Jerusalén Este fuera capital del Estado palestino, el retorno de los refugiados, compensaciones para quienes no pudieran volver, volver a las fronteras de 1967, control del agua o la creación de un Estado viable, libre, independiente y con continuidad territorial. Arafat, a pesar de las discrepancias que pudiera generar, terminó alzando la causa palestina internacionalmente y se convirtió en un gran estorbo para los intereses de Israel.
De la financiación israelí de Hamás, especialmente en su creación, también dio cuenta el que fue responsable israelí de asuntos religiosos en Palestina hasta 1994, Avner Cohen: "Hamas, a mi pesar, es una creación de Israel", explicaba en The New York Times, a lo que calificaba de "error enorme y estúpido".
Un movimiento similar a Al-Qaeda
El objetivo de Israel en Gaza era similar al que Estados Unidos aplicó para Afganistán en la Guerra Fría. Se trata de financiar movimientos extremistas como los talibanes para combatir la influencia rusa, que después se enquistaron entre la población y terminaron cediendo infraestructuras y campos de entrenamiento para grupos violentos como Al-Qaeda.
En este caso, se encuentra el jeque Ahmed Yassin, que fue muy crítico con Arafat por su posición a Israel y que fundó Hamás como una inspiración de los Hermanos Musulmanes de Egipto. Israel cometió el error de apoyarlo, pensando en que una personalidad radical debilitaría las aspiraciones del pueblo palestino.

El grupo ha ido creciendo con el paso de los años y terminó entrando en la lista de "grupos terroristas" a nivel internacional por sus acciones y ataques contra objetivos israelíes. Así lo consideran Estados Unidos, la UE, Canadá, Japón o Egipto, aunque no tiene tal consideración por Rusia y Turquía.
Israel permitió al jeque Yassin crear una organización llamada Mujama al-Islamiya, que inicialmente tenía supuesto carácter caritativo y luego derivó en lo que ahora es Hamás. También le permitió desarrollar la Universidad Islámica de Gaza, que formó a jefes de la organización y a sus especialistas en explosivos y armamento.
Segev se reunió en varias ocasiones con Yassin e incluso le llegó a facilitar tratamiento médico en un hospital de Israel. Incluso en 1984 les describieron un alijo de armas, que dijo que emplearía contra la OLP. Dos años de su fundación, Hamás mantenía buena relación con Israel hasta que se rompió en 1989 con el primer asesinato de dos soldados israelíes.